Gómer

Gómer nos deja una rica enseñanza sobre cómo afrontar las dificultades con que tropezamos en la vida. Hablaremos de como esta mujer fue el instrumento para descubrir el gran amor de Dios hacia el hombre.

En el libro de profeta Oseas (Os 1, 2) leemos que Yahvé manda al profeta a casarse y tener hijos con una prostituta de nombre Gómer.

Oseas comienza su matrimonio con amor grande, a sabiendas que posiblemente le será infiel. El sentía un profundo amor por ella, sin embargo, está íntimamente desgarrado, siempre a la espera de un cambio de actitud de esa mujer liviana e idólatra, devorado por los celos y el enojo, cansado de perdonar constantemente.

Gómer representa al pueblo de Israel, y si lo traemos a la actualidad, ella te representa a ti y a mí, que somos constantemente infieles a Dios; que nos prostituimos entregando nuestros mejores atributos a otras cosas a otras personas, robando el tiempo de Dios para invertirlo o malgastarlo en actividades ilícitas o banales.

Gómer se escabullía de noche para encontrarse con sus amantes….  Nosotros lo hacemos muchas veces a plena luz de día. Decimos que amamos, pero ¿lo hacemos más que a nosotros mismos? Decimos ser fieles, pero donde están nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras atenciones, nuestras prioridades… decimos ser leales, pero mentimos…

El amor es entrega, es renuncia, es compromiso es honestidad. ¿Realmente tu estas comprometido con tu familia, con tus hijos, con tu trabajo, con tu comunidad?

¿Eres el esposo, la esposa fiel o eres la mujer o el hombre liviano que hace su amor a un lado para entregarse a la lisonja?

A veces en la vida nos toca el papel de la prostituta que vende su amor, su fidelidad al mejor postor llámese dinero, poder, otra persona, amigos, vicios, egoísmos… en fin. Otras, tal vez nos han tocado el papel del profeta Oseas que sufre y padece por la infidelidad, por el desamor y la liviandad del ser amado, y respondemos con agresión, con desprecio, con venganzas que al final dañan más a quien las hace, porque muchas veces el otro ni siquiera se da por enterado.

Esta prueba que Dios le hace vivir a Oseas fue para que comprendiera lo que sucedía entre el pueblo de Israel y Dios. Un día se iluminó la mente de Oseas y en lo hondo de su amor dolorido, descubrió reflejado otro amor más elevado y sublime, era el amor de Dios por su pueblo. ¡El amor de Dios por ti!

También Dios amaba a su pueblo. Y como un marido engañado, también sufría cuando éste se iba tras los dioses cananeos. Quizá Gómer también amaba a Oseas y su actitud era para llenar un vacío en su vida el cual la hacía infeliz, quizá la inseguridad en ella misma, quizá el temor de no merecer ser amada, de ser rechazada, de sufrir, en fin… esto nos lleva a pensar en cuál es la razón de mi infidelidad, de mi deslealtad a mis promesas, a mis compromisos a mi familia, a mi Dios.

Recordó también cómo castigó y abandonó a Gómer por su infidelidad. Pero cómo decidió luego perdonarla aun sin que ella se disculpara, incluso pasando por encima de la Ley. Y pensó: “si yo amo así a una mujer, ¿Dios no sería capaz de amar así a su pueblo? Aunque el pueblo merezca ser abandonado por Dios por su infidelidad, ¿no podría Dios pasar por encima de sus propias leyes, volver a admitirlo como pueblo, y amarlo de nuevo cómo hice con Gómer?” ¡Claro que sí! Fue el descubrimiento revolucionario de Oseas. ¿Y tú?  ¿Estás dispuesto a perdonar, o a ser perdonado? ¿A dejar atrás a esos “amantes” que te alejan de lo más sagrado en tu vida? ¿De abandonar los vicios que no te permiten avanzar?

En el camino de toda persona se presentan situaciones amargas. Hoy ya sabemos que Dios no las “manda”, ni son “pruebas” divinas. Simplemente pasan porque la vida nos somete constantemente a duros golpes, pero si  afrontas esa angustia con fe, si descubres a Dios presente en tu sufrimiento, y te aferras a él con alma y vida, lejos de hundirte en tu problema, puedes convertirlo en una fuente de enseñanza, de riqueza y de maduración, a la que tal vez no habrías llegado si no hubieras tenido ese dolor, claro que esto no es nada fácil, ni rápido, es un proceso, por eso hoy:

Señor te pido que no permitas que me cierre a tu amor, dame la madurez espiritual, dame tu luz, tu sabiduría para actuar rectamente, fortalece mi voluntad para serte fiel siendo fiel a mis principios a mi familia y a tus deseos.

El presente escrito fue tomado de la reflexión personal del equipo de presentadores del programa sabatino de radio Palabra y Vida coordinado por Jorge A. Cervantes Alday, y es transmitido en Radio Guadalupana (1240 AM) en Ciudad Juárez, México.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *